Vayase vuesa merced, señor escribano, y no haga caso desta gente desalmada.

Barrientos, flaco, pero más fuerte, decidió el negocio empujando al señor escribano.

Subraye donde quiera, señor escribano: en malos compañeros o en fácil de pervertirse.

Mirad a vuestro alrededor, señor escribano: estos son hombres pobres, decrépitos, mendigos viejos.

No necesito responder a vuestras preguntas, señor escribano, pero lo haré.

Volvamos a la calle, y dejadme hablar a ese señor escribano, cuando pase.

Y yo os pregunto a vos, mi señor escribano, ¿quién no lo tenía?

Y vos, mi señor escribano, ¿creéis que ha sido un accidente?

Beba también usted, señor escribano, que no hay como el anisete para enterrar las melancolías.

Recordad, mi señor escribano, que en medio de la vida ya estamos en la muerte.

Cuando llegué a Ashdown, ¿no es extraño, señor escribano?

Y ahora, ¿qué, señor escribano?, le estaban preguntando sarcásticamente.

Probablemente, mi señor escribano, vos sois un hombre honrado.

Continúo pasando hojas y llego al señor escribano municipal que, fumando su pipita, revisa un documento.

Adivino lo que estáis pensando, mi señor escribano.

Estoy seguro, mi señor escribano, que, si tomarais un sorbo, no saldríais vivo de esta sala.