Algo así como medio millón de libras esterlinas en piedras sin tallar.

Las paredes eran de piedra lisa sin tallar; el piso, de tierra.

De una de las paredes colgaba una cruz de madera sin tallar.

En bruto, sin tallar, como si hubiera surgido del núcleo del mundo.

Me imaginé esmeraldas y zafiros sin tallar reluciendo en sus manos oscuras.

Sus ojos eran inexpresivos y verdes, como esmeraldas defectuosas y sin tallar.

La piedra de color azul zafiro y verde esmeralda estaba sin tallar.

Incluso sin tallar, era posible que brillaran lo suficiente para cegar.

Sabemos que las gemas sin tallar almacenan menos que las talladas.

El ambiente se cortaba con una pala de madera gruesa y sin tallar.

Los diamantes eran sin tallar, pero de aguas limpísimas y finas.

Él era consciente de que eran valiosas, y de que estaban sin tallar.

En una esquina del cuarto había ahora un arcón de madera sin tallar.

Abrió uno de los arcones y sacó un puñado de esmeraldas sin tallar.

Abrí los dedos..., vi el solii sin tallar que había en mi palma.

Incluso sin tallar, el color y la claridad de la gema eran excepcionales.