Él puso la talega de cuero en la tarima, junto a ella.

Se inclinó hacia delante y observó de nuevo la vieja talega de cuero.

De un costado me colgaba la talega de cuero y del otro, la espada.

Recordando la planta, la saqué de mi talega de cuero.

Con cuidado, la guardé en mi talega de cuero.

Mi mano se dirigió a mi talega de cuero.

Mis brazos seguían rodeando a Rhia, pero aún notaba la talega de cuero que rozaba mi cadera.

Extendí la mano hacia la talega de cuero que colgaba de mi cadera y le di unos golpecitos.

A su lado había una talega de cuero que contenía algo de comer y una petaca de coñac.

Por un reflejo casi automático, metí la mano en mi talega de cuero y saqué un puñado de hierbas.

Dejó la talega de cuero que le diera Martín dentro del cajón de un mueble y salió en dirección a la cocina.

No podré transmitiros la alegría que me proporcionó hallar una especie de talega de cuero viejo con varias decenas de cartas en su interior.

Y también mi cayado, mi talega de cuero y -aunquesentí una punzada al verla vacía-la funda de mi espada, tachonada de gemas moradas.

Eligió unas cuantas con destreza y las trituró hasta obtener un polvo grueso que vertió en una talega de cuero que colgaba de un cordón.

Son talegas de cuero vacuno, muy valiosas y laboriosamente trabajadas.

-Entreotras cosas que no merecen ser detalladas, una pequeña talega de cuero.