Pensé para mis adentros que jamás había visto un rostro tan candoroso.

Y nada a su alrededor era tan candoroso como su canicie.

Aquel rostro juvenil, tan candoroso y expresivo, mostraba incredulidad y una juventud desesperada.

Circulaban rumores que explicaban también un acto tan candoroso.

Hoy me parece tan candoroso.

Tengo que contar algo más: él era tan candoroso que creía que si uno estudiaba ya era mejor persona.

No lo hubiese imaginado tan candoroso... Vamos; la realidad, somos nosotros quienes la hacemos...

Se quedó un poco corrido Sancho y divertido Carrasco de ver que el pobre escudero seguía siendo tan candoroso.

Él asiente con un entusiasmo tan candoroso, tan incondicional, que un espasmo de amor contrae la garganta de su madre.

Así se convirtió en un romántico tan ingenuo, tan candoroso, tan paciente que hasta le daba vergüenza explicarse en voz alta.

Y cuando volvimos a vernos no tardó en decirme con cierto retintín, muy raro en él ( tan ingenuo siempre, tan candoroso):

El tipo levantó la vista, con un destello de paranoia en su expresión que me pareció extraño en él, tan candoroso, tan osado.

Es tan candoroso el kabour, que lanza su quejido cuando siente la presencia de otro animal, casi siempre peligroso, con lo que suele atraerlos.

Tan candoroso rostro no podría soportar la expresión de esta verdad.

Tan candoroso que creía que los periodistas, por ser periodistas, siempre decimos la pura verdad.