Todo ello denotaba poco esfuerzo, todo era tan sedoso... Soltó la pistola.

Es natural, con ese pelo tan negro y tan sedoso que tienes.

Su suave pelaje parecía tan sedoso como el de una animal vivo.

La voz que había hablado en aquel español tan sedoso dijo:

Las imaginaba como seres con el pelo tan sedoso que resulta inevitable tocarlo.

El cabello tan largo, tan sedoso, cómo se lo chulean en la calle.

Lorenz le acarició el cabello como tantas veces había hecho, tan sedoso y brillante.

El penacho azul seguía tan sedoso como el día que había caído ese hombre.

Vuestro pelo, de ese color, casi rojo pero también castaño, tan tupido, tan sedoso.

Pero, después de aclararlo con agua, el cabello seguía tan sedoso y saludable como siempre.

El futón era tan blando y tan sedoso que tuvo la impresión de que flotaba.

Tenía patas de gallo, pero su pelo era tan sedoso como el de un niño.

Jamás había tenido el pelo tan sedoso y suelto.

Dios..., tenía pinta de ser tan sedoso..., mucho mejor que un puñado de plumas mojadas.

Casandra alargó la mano y las acarició, descubriendo que su tacto era tan sedoso como parecía.

Quizá su padre había tenido ese pelo tan negro como el carbón que parecía tan sedoso.