Figúrense, yo llego aquí, todavía atarantado por los fogonazos, con mis heridas abiertas y... ¿qué veo?

El hombre entró a la estancia en que le aguardaba el oidor, todavía atarantado y sin hacerse bien cargo de lo que le había pasado.

Luego de un rato, todavía atarantada, bajé con una de mis compañeras a traer tortas y refrescos.

Para disipar el error, la madre despertó a Remedios y la llevó en brazos a la sala, todavía atarantada de sueño.