La cuestión era quién había sido la torturadora y quién la víctima.

Koch se había convertido en la principal torturadora de internos de Buchenwald.

Por fin, sintió que él se estremecía y empujaba con torturadora fuerza.

Parker miró a través de los focos, intentando encontrar a su torturadora.

Quizá era porque Mhouse -surescatadora y torturadora-se lo había recomendado.

Al día siguiente después de una noche torturadora me levanté al alba.

Era un espectáculo abominable, una visión torturadora, un feo y horrible teatro.

Pero los demonios, libres de sus cadenas, se abalanzaron sobre su torturadora.

Sin embargo, pasaba de amante de los animales a torturadora sin aviso previo.

Quizá sin mamaíta, la torturadora, no tendría el valor suficiente para seguir trabajando.

En esas ocasiones solo había creído estar sufriendo una sed torturadora.

No había previsto cómo le afectaría aquello, esa tensión creciente, esa anticipación torturadora.

No hubo ni siquiera una crisis que aliviara la torturadora monotonía.

Le invadían una compasión torturadora por Vica y una vergüenza no menos dolorosa.

No sintió rabia ni despecho, ni siquiera coraje, sino una pena infinita, torturadora.

Sin salida, con el patrimonio seriamente mermado, asfixiándome en una larga agonía torturadora.