Se sentó desnudo en el suelo y apoyó la espalda contra el troncoleñoso del árbol.
2
Era un árbol muerto, con el troncoleñoso y las ramas secas, sin una brizna de vida.
3
Sin aliento, la señorita se detuvo e interrogó el cielo, apoyada en el grueso troncoleñoso de un haya.
4
Aunque lívida y trémula, no vaciló en arrancar de su cuerpo el alargado troncoleñoso con una mueca dolorida que crispó su semblante.
5
Antes de regresar se incorporó, sujetó la base de la flecha hundida en su carne y partió el troncoleñoso con la otra mano.
6
Agarrándose a los troncosleñosos, recorrió con dificultad las tortuosas curvas.
7
La estaba encerrando entre su cuerpo y los troncosleñosos, seguramente con un mal propósito.
8
En ese momento se apagó el tamborileo de los trífidos golpeando las ramitas contra sus troncosleñosos.
9
La vida vegetal de Graybill nunca había desarrollado troncosleñosos, y su altura se limitaba a unos sesenta centímetros.
10
Enormes árboles con copas frondosas terminaban en troncosleñosos y anaranjados, aparentemente resecos, que destacaban claramente por encima de toda la selva.