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Detrás de él, de pie, estaba un sacerdote que resultó ser trujimán.
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Su majestad me ha preguntado si podías hacer de trujimán.
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Era el trujimán de don Gonzalo, que seguía recibiendo correspondencia de Italia y de Francia.
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A lo que añade el trujimán don Semuel Lebanaza:
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Lo perdió el trujimán que trabaja para el secretario Almazán, a quien el diablo confunda.
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El trujimán apareció al cabo de unos minutos.
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Mientras el trujimán realizaba la segunda lectura, no dejó de tomar notas apresuradas en un pliego.
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Y el duque don Weissbrod, en su medio latín, que el trujimán Samuel Lebanaza traduce, le dice:
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Había hecho bien viniéndome a Europa, aunque mi vida fuera algo solitaria y la de un oscuro trujimán.
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Ese trujimán sevillano recibió el encargo de don Pedro de elaborar una completa carta astral de don Martín.
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En castellano clásico al intérprete o trujimán que hacía de intermediario se le llamaba también "lengua".
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Al trujimán siempre le había gustado jugar con el significado de las palabras cuyo traslado al castellano podía hacerse con doble sentido.
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Así pues, le propuse que me sirviera como trujimán con los capitanes y los comerciantes extranjeros, a lo que él accedió de buen grado.
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El trujimán hizo una rápida inclinación y antes de abandonar el aposento miró al secretario, que asintió con un movimiento de cabeza casi imperceptible.
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El japonés era un personaje siniestro, a juzgar por las bromas del Trujimán.
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No era extraño que el Trujimán fuera impopular entre la gente de la profesión.