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Quiero disfrutar del veranillo indio por unas horas.
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Otro veranillo indio de hacía casi cincuenta años.
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De las numerosas estaciones de Duluth, la que más le gusta a Darlene es el veranillo indio.
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El semestre de otoño empezó aquel septiembre con un colorido veranillo indio que sucedió a una helada temprana.
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Vino octubre, pero el veranillo indio se sostuvo aun entre las escarpadas laderas de la Meseta del Caballo Cerril.
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Con lánguido veranillo indio o no, Darlene continúa siendo policía, destinada ahora en Narcóticos, la patrulla de élite del DPD.
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Pasó un año; de nuevo el veranillo indio veló los campos dorados y los bosques con una neblina tenue y gris.
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Sucede lo mismo que el otoño: después de los primeros fríos y lluvias, sobreviene una época de calor, el veranillo indio.
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Mediados los años veinte hubo un periodo como el de San Lucas o, como dicen algunos, de veranillo indio o de San Martín.
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En aquellos últimos días de noviembre reinaba todavía un veranillo indio, o veranillo de San Martín, y los alumnos comían bajo los árboles.
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Era una dorada tarde de octubre y el noroeste de Nueva Jersey disfrutaba de un largo período cálido, los días del veranillo indio.
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Fue un verdadero veranillo indio, y a medida que pasaban los días, su padre se iba pareciendo cada vez más a un indio.
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"¿Por qué se llama veranillo indio, papá?", pregunta Jan Lewin.
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"Un verdadero veranillo indio", dice su padre, precisamente aquel verano en que sus vacaciones parecen no tener fin.
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¿Por qué se dice veranillo indio?".
