El vestido de merino gris plomo dibujaba netamente un talle que nunca había sido tan esbelto.

Llevaba mi vestido de merino gris, que no me sentaba bien y tenía el pelo revuelto.

Llevaba un vestido de merino castaño, con volantes de seda y, en la garganta, una corbata de lazo color champiñón.

Yo voy bien vestida y soy fea." Llevaba por entonces el sombrero de felpa y el vestido de merino.

El vestido de merino gris plomo con volantes ribeteados de verde marcaba sin disimulos un talle que nunca pareció más delgado y flexible.

Traía un vestido de merino azul turquí, que contrastaba deliciosamente con el rubio color de sus cabellos y con el blanco puro de su cuello.

Poco después venía vestida de merino y con mantilla, algo desmejorada la cara.

Tenía vestidos de merino y de holancete para toda la vida; pañuelos de crespón del talle en varios colores: garbanzo, tórtola y aceite.

¡Qué avergonzadas las infelices con sus vestidos de merino, sus mantones nuevos y sus pañuelos por la cabeza!