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Mi viejo esclavo, miembro de la familia desde antes de nacer yo.
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El único que saboreaba ese látigo era un viejo esclavo, completamente agotado.
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Tras ella, un viejo esclavo portaba un parasol y dos mullidos cojines.
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El viejo esclavo sabía que eso implicaría la muerte de su familia.
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Enseguida un viejo esclavo la abrió y se inclinó ante su amo.
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El viejo esclavo, cojeando, los precedió por un laberinto de pasillos estrechos.
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El santuario estaba vacío, salvo un viejo esclavo que barría el recinto.
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Llamó de nuevo al capataz, y esta vez apareció un viejo esclavo.
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Ya despierto, pensó en Granze, el viejo esclavo wendo de su padre.
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Cada día, su doctor, el viejo esclavo Savary, era consultado largo rato.
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El viejo esclavo pareció conocer el peligro que asustaba a Amílcar, y añadió:
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Así que fui al picadero con un viejo esclavo y dormí bastante bien.
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El viejo esclavo, cabeceando con preocupación, me guió hasta el postigo.
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El viejo esclavo estaba tumbado en la paja, en posición fetal, muy tenso.
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El viejo esclavo estaba sentado en el umbral de su casa.
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Cojeaba mucho, este viejo esclavo, pero no había manera de librarse de él.
