Ya no parecía un monstruo, sino un simple viejo harapiento e inofensivo.

Algo más de agilidad y aquel viejo harapiento no se habría escapado.

Los monjes que se apiñaban alrededor, se burlaron del viejo harapiento:

Unos kilómetros más adelante pasaron a un viejo harapiento que corría por el camino.

Encontraron al paso un viejo harapiento, con las guedejas largas y la barba hirsuta.

Un viejo harapiento estaba sentado en la acera con la espalda apoyada en el edificio.

Quinto guardó silencio, observando la reacción de aquel viejo harapiento, que respondía al nombre de Petronio.

El joven miró al viejo harapiento y exclamó:

Es curioso -añadióel viejo harapiento con expresión astuta- ,esaespada parece que quiere pasar inadvertida.

Un viejo harapiento recorría las mesas mostrando tarjetas postales de París que nadie le compraba, por supuesto.

El viejo harapiento no levantó la vista.

En la mesa más próxima, un viejo harapiento bebía cerveza con pajita de un vaso de plástico.

El viejo harapiento, en cuclillas y con la cabeza alicaída, colgaba por los brazos, encadenado a la pared.

Entonces había sido un hombre de edad mediana y rostro curtido; ahora era un pobre viejo harapiento y delgado.

De repente el viejo harapiento, Amos, contemplando todavía el techo, empezó a cantar en tono gangoso con un ritmo monótono:

En una mesa cercana, un viejo harapiento, con aspecto de estar completamente borracho, roncaba con la cara oculta entre los brazos.