El viejo patricio dio una orden, y esta vez Néstor sí la entendió.

El viejo patricio nunca había fanfarroneado, era una de sus cualidades.

El viejo patricio se mostraba satisfecho con su nuevo capitán.

En pleno alboroto, Cicerón susurró algo a Cátulo, y el viejo patricio tomó la palabra.

Nadie les dirigió una palabra, excepto el viejo patricio.

Diodor se puso a sus órdenes y el viejo patricio se conmovió ante su lealtad.

Se sentía libre, por fin, de las presiones para unirse a la familia de un viejo patricio.

Pascual Coloma, codo con codo con Mauricio Blanc, recordaba a la estatua de un viejo patricio romano.

El viejo patricio asintió lentamente.

No se volvió más que una vez, un momento, hacia la casa del viejo patricio, antes de irse definitivamente.

El viejo patricio se calló de repente, haciendo una mueca extraña, como el que recuerda un mal pasaje del pasado.

Era muy hermosa, y disfrutaba demasiado de los placeres del lecho como para malgastar su vida con un viejo patricio.

Siete años atrás había sido acusado del asesinato de un anciano tío suyo, un viejo patricio millonario del que casualmente él era el único heredero.

Pertenece a un viejo patricio que se aleja de este mundo en su finca de campo... un hombre que responde al nombre de Caprenio Marcelo...

Tal es el tono que adopta cuando quiere atemorizar a una docena de viejos patricios.

-Nuncale había oído hablar así a un viejo patricio.