1
Por instinto busqué ramas o algún yuyo seco.
2
Había mucho yuyo seco y piedras.
3
Era el dibujo de un chico tirado abajo de un poste, con un yuyo seco en la boca y la gorra sobre los ojos.
4
El muchacho despejó el lugar de yuyos secos y empezó a trabajar.
5
Se largaría en ese montón de yuyos secos para amortiguar la caída.
6
Lo había llenado hasta la mitad con yuyos secos y pedazos de carbón.
7
Allí ardía un fuego que se alimentaba con leña, yuyos secos, huesos y grasa.
8
Llevaban ramas, maderas, manojos de yuyos secos, que abundaban por la sequía invernal y las escarchas.
9
Regresó a los pocos instantes con una bolsita de cuero, metió la mano y sacó un puñado de yuyos secos que le ofreció a Dolores.