La posibilidad de poseer la receta del té de floripón, convence a Sofía.

Yo lo que necesito, doña Carmen, es hacerle otro té de floripón y escaparme.

Las tribus mezcaleras lo utilizaban y los aborígenes usaban el floripón dentro de un contexto religioso, refuerza el profesional.

Doña Carmen espera que haya buena luna; que el floripón haga efecto, que todo salga bien y Eulalia se manifieste.

Cuando el té de floripón está preparado, Samuel lo vierte en una vasija y le pone la tapa de barro.

Oí hablar continuamente de hinojos y mastuerzos, rudas y ninfeas, estramonios y ruibarbos.

También había otras plantas menos amables, como los estramonios y las venenosas adelfas, mientras las abejas libaban por doquier.

Unos cuantos estramonios resplandecían, como arracimados y pálidos fanales, y la maleza era espesa y despedía un olor dulzón.

Aparqué al otro lado de la calle, frente a un terreno baldío lleno de resecos estramonios y zarzas intrincadamente entretejidas.

Ni rastro de dragones por ninguna parte, ni siquiera la punta de un ala oxidada que asomara entre los estramonios y las plantas de mostaza.

También señaló las flores que solo abrían los pétalos por la noche, como un floripondio blanco.

Su voz retumbaba como la trompeta del juicio final, rica y penetrante:

De pronto me estremecí como si hubiese escuchado la trompeta del juicio final.

No, no volvería nunca, hasta que sonara la trompeta del juicio.

MacIan no se sentó; estupefacto, asombrado, parecía haber oído la trompeta del juicio final.

La voz de sor Inés se había abierto paso como una trompeta del juicio final.