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Disputábanse el alferazgo o prerrogativa de llevar el guion y de
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En la tarde del segundo día, aparecieron en la casa del alferazgo el patrón y sus amigos.
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Malda no sabía si el alferazgo molestaría a la divina Arubani, que tiene ojos de cordera y manos de vellón.
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Ninguno de aquellos hombres podía comprender que a Malda, solo por la necesidad de alimentarla y darle cobijo, los asirios le hubiesen otorgado el alferazgo.