Junto a la mesa, dos sillas con asiento de bejuco.

Hipólito llevaba rato de haberse vuelto de cara a la reunión, girando en su asiento de bejuco.

Arrastró una silla, puso el reloj en el escritorio y se dejó caer sobre el asiento de bejuco.

Envarado, dolorido y cansado, removióse en el asiento de bejuco donde él y Haroun habían pasado la noche en pesado letargo.

¡La misma forma, las mismas dimensiones, el propio asiento de bejuco y hasta las mismas frutas doradas al claroscuro en los respaldos y los pies!