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La cartomante estaba en la sala junto a la de los dioses.
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La cartomante acabó, recogió las cartas y las encerró en la gaveta.
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En todo caso, cuando tuviera algún recelo, la mejor cartomante era él mismo.
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Así como había sentencia de muerte, la cartomante le había decretado sentencia de vida.
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La cartomante le dijo que cambiase de casa cuanto antes.
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Endorfina acaricia su vientre de plumas igual que una cartomante la bola de cristal.
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La cartomante no sonrió; le dijo que esperase.
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Si él no creía, paciencia; pero la verdad es que la cartomante le había adivinado todo.
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Camilo bajó por la de la Guardia Vieja, mirando de paso la casa de la cartomante.
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Por eso nos dirigíamos a visitar a una famosa cartomante en la que ella tenía gran confianza.
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Acudió una mujer: era la cartomante.
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Los ojos de la cartomante relampaguearon.
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La cartomante había guardado el dinero en el bolsillo, y bajaba con él, hablando, con una leve inflexión.
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Hemos visto que la cartomante le restituyó la confianza y que el joven la reprendió por haber hecho lo que hizo.
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Fue por ese tiempo que Rita, desconfiada y medrosa, corrió a casa de la cartomante para consultarla sobre la verdadera causa del proceder de Camilo.
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Estaba desmoralizada ante la idea de que no tardaría en convertirse en otra cosa: una doctora, una comandante del munitorum, una cartomante, una uxor emérita.