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El cutis granuloso, las mejillas fláccidas y unos labios finos de gastrónomo.
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Si el menú lo había elegido Juan, sin duda era un excelente gastrónomo.
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Ya lo dice el propio Brillat-Savarin: un gastrónomo se nota por la fisonomía.
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Era un ágape de gastrónomo, aunque se hallaba demasiado hambriento para hacerle justicia.
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La proposición era suicida, pero el buen gastrónomo ama el peligro.
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Conseguirlas frescas ha sido siempre un problema en mi vida de gastrónomo ilustrado.
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Se consideraba a sí mismo un entendido gastrónomo, así como un gran cocinero.
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Ella consideró la cena excelente y le felicitó por ser un buen gastrónomo.
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Para celebrar tu regreso, he preparado un almuerzo digno de gastrónomo.
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Las dos cosas representarían un manjar exquisito para cualquier gastrónomo exigente.
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Nada podía interesar más vivamente el gran gastrónomo que fue Dumas.
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Supongamos que la desdicha conyugal se ha abatido sobre un gastrónomo.
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En resumen, que el buen gastrónomo debe, ante todo, tener una buena nariz.
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Ya no era el gastrónomo apacible y bronceado al que conocí en Lucca.
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Este hombre corpulento, gastrónomo y burlón llevaba en su interior una tragedia amorosa.
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Es uno de los gastrónomos más importantes del país y del mundo.