A este hombre portentoso le sentaba de manera espléndida y encajaba plenamente con su gusto.

Yo, Sabri Salama, estuve delante de ese hombre portentoso.

Su mirada reflejó admiración, devota idolatría, ante aquel hombre portentoso que acababa de salvarse por un verdadero milagro.

Se trata, en verdad, de un hombre portentoso y yo comencé a darme cuenta de ello desde ese entonces.

Era evidente que aquel hombre portentoso no se fiaba de ellos y que los había utilizado para sus propios fines.

Era un hombre portentoso.

El mujik era, de ello no cabe duda, un hombre portentoso... en este sentido la princesa había dicho la pura verdad.

Hombres portentosos con los árboles debéis de tener -decíaahora-

-Ashtar , apesarde tu juventud eres un hombre portentoso.

¿Usted cree que ese hombre portentoso le matará?