En España la Inquisición había arremetido violentamente contra judíos conversos y moriscos.

Había en Aragón unos Colomas que eran una familia de judíos conversos.

Hay algunos cristianos palestinos, claro está, y también un grupo de judíos conversos.

También los judíos conversos han visto en su canonización un motivo de orgullo.

En aquella época, los judíos conversos no eran precisamente muy populares.

Simplemente, mi pasaporte no menciona que mis padres son judíos conversos.

La inquisición había enseñado a los españoles a cuidarse de los judíos conversos.

Ello demuestra, una vez más, que descienden de judíos conversos.

A los judíos conversos, insisto, pues a veces reina cierta confusión entre la gente.

Y a esa presión no son ajenos los judíos conversos.

Con ella, los judíos conversos no podrían alegar nunca más ignorancia del Nuevo Testamento.

Una cruel red que extendía sus apetitos hasta los levantinos y los judíos conversos.

Tenían fama de judíos conversos, sobre todo el segundo, que era un seguro marrano.

Mis antepasados fueron judíos conversos, de la judería de Toledo.

Hidalgo, pero de un linaje de judíos conversos de Monreal de Ariza, en Aragón.

Era hija de Francisco Coronel, descendiente de judíos conversos, y de Catalina de Arana.