Sosiegan los ánimos los golpes urgentes del lanzón de Pablillos de Valladolid:

Saltó éste al punto sobre Rocinante, aprestó el lanzón y dijo:

Obedeció la vieja, y Cebadón, levantando de la mesa el lanzón, dijo tranquilamente:

Caminaba deprisa dando golpes a las paredes con un lanzón y patadas a las piedras.

El escudero se apoyaba en el lanzón, de cuya moharra pendía, escurrido, el estandarte orgulloso.

En cambio, vos habéis arrancado ese lanzón con tanta facilidad como quien arranca una cana.

Deben de tener muy buena vista para detectar un lanzón o un menhaden en el agua.

Enhiesto como un lanzón, pasó por el mundo sin sentarse en el festín de los plebeyos.

Sobre esto, el señor comisario, mi señor, tomó un lanzón, que en el portal do jugaban estaba.

Inseparable de él, como las espinas, lo sigue su escudero mudo, portador del lanzón y su siniestro banderín.

Dicen que hoy ha amanecido con calentura de cuenta del porrazo que le dio don Pedro con el lanzón.

Va, lentamente, con seguro ritmo soldadesco, precedido por el espolique del lanzón, y se dijera que la atmósfera cruje.

Las aumentativos en on dejan a veces el género del sustantivo de que se forman, verbigracia cigarrón, murallón, lanzón.

Don Quijote, ya encolerizado, enristrando su lanzón, arremetió a uno de los enlutados y dio con él en tierra.

Apareció ante ellos, cubriéndose la cabeza con un caperuzo y llevando una linterna en la punta de un lanzón.

Pero don Quijote, acompañado de su intrépido corazón, saltó sobre Rocinante, y embrazando su rodela, terció su lanzón y dijo: