Fruncía involuntariamente su cara morruda, y mezclaba soplidos a las palabras-

Esta cosa morruda que destaca en medio del casco... ¿Cómo la llamaba Prill?

Tenía la sonrisa morruda y una timidez de chica de cántaro que encandilaba al modista.

La cabeza gacha, la boca morruda, sin apartar los ojos de la punta de mis zapatos.

Era una morruda campesina de edad indefinible.

Seguía siendo peticita, obviamente, y como morruda.

Era un poco morruda, pero nada más.

Está morruda cada vez que me ve de lejos, aunque ella esté en la cuesta y yo vaya hacia la bolera.

Distinguió vagamente la silueta morruda de su capitán sosteniéndose inmóvil en la baranda y balanceándose como si hubiera echado raíces en las tablas.

-Noquiero que hablemos de él esta noche -zanjomorruda-.

-Bueno ,erauna mujer... más bien morruda...