Entonces el periodista aportó una segunda reflexión tan aguda como la primera:

Sin embargo, su mente no era tan aguda como su recobrado sentido.

Pero nadie nos había dicho nunca que poseyeras una lengua tan aguda.

La sensación de traición fue tan aguda que Luisa no encontró palabras.

La voz es tan aguda que temo que me parta el cráneo.

Aunque Trolle seguía sin contestar, su preocupación ya no era tan aguda.

Jamás había notado de forma tan aguda la falta de un hogar.

Su mirada, sin embargo, era tan aguda como la de un halcón.

A Henry le hubiera gustado que su voz no sonara tan aguda.

Y mi vista ya no es tan aguda como hace unos años.

Esa idea ya no le causaba una desazón tan aguda como antes.

Manidos clichés, en contraste con una circunstancia tan aguda, personal y extrema.

Lo miró de forma tan aguda como el filo de su cimitarra.

Ya lo he visto antes, pero no de una manera tan aguda.

Mi mente es tan aguda como una caja llena de agujas nuevas.

La voz de Ralf era tan aguda que sonaba como un cacareo.