En hábito de hombre, y tan lampiño, no aparentaba sus veintitrés años.

Polly miró un mentón tan lampiño como una bola de billar.

Llevaba un taparrabo por todo atuendo, y era tan lampiño como una foca.

Siendo tan lampiño como una muchacha, ¿por quién hacia eso?

No podía tener más de dieciséis años, y era tan lampiño como una muchacha.

Mientras embetunaban el cuerpo con cera depilatoria hirviendo para dejarlo tan lampiño como teta de monja.

Son lechosos, y éste es tan lampiño... A veces me hace el efecto de una bellísima mujer.

Su cuerpo era tan suave y casi tan lampiño como el suyo propio, bronceado por el sol.

Su tez era pálida y enfermiza, y su pecho, tan lampiño y blanco como el lomo de un cerdo.

Se frotó el mentón donde debería haber crecido la barba, solo que se le veía tan lampiño como a mí.

Su hermano gemelo se afeitaba hasta hacerse sangrar, y eso que su cuerpo era tan lampiño como el de un calamar.

Entonces, y por primera vez, nuestros labios se encontraron, pero no le dio miedo despertarme, pues era tan lampiño como una chica.

Oscar no podía dejarse bigote, su pálido rostro era tan lampiño como un huevo, y sus blancas cejas le daban un aspecto inexpresivo.

El cabello negro y enmarañado le caía sobre los hombros y tenía una barba rala; además, estaba tan desnudo y era tan lampiño como Nicholas.

Tan solo había estado una vez con un joven, Tore, de Borstahusen, que soñaba con ser existencialista y se quejaba de ser tan lampiño.