Se produce un deshielo y la estepa se convierte en un tremedal.
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Pensé, tan pronto como me mueva, volveré a caerme en el tremedal.
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Abrirse paso por Whitehall era como vadear un tremedal de las islas Malvinas.
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Un camino que serpenteaba a través del tremedal hacia una elevación de colinas.
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En ese momento, toda la tierra desolada se transformó en un tremedal burbujeante.
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Era una tembladera inusual, de esas que llegan cuando menos se esperan.
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En el puesto me entró una tembladera de pulmonía mezclada con pavor.
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Sí, señor el que soldó la tembladera de plata de la señorita.
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En el desorden, Gerardo y sus dos hermanitos empezaron con la tembladera.
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La tembladera se estaba convirtiendo en la cruz del negocio de Dick.
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El Gobierno, sin embargo, aprovechó el tembladeral de las estaciones de servicio.
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Sobrevivientes de la noche en el tembladeral de los caminos; pocos, furtivos.
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Habíamos adelantado bastante cuando los pies comenzaron a hundírsenos en un tembladeral.
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Pasado el tembladeral, la tribu volvía a tratarme con jovialidad y deferencia.
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Luce difícil que puedan convivir, máxime en medio de este tembladeral.
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Si quería salir con vida de aquel tembladero tenía que correr, arriesgar lo que fuese, por todos los dioses de Roma, ¡tenía que hacerlo!
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El Nitro bailaba lento, clásico, esencial, sin alardes acrobáticos ni tembladeras.
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El torrente del aire huracanado iba en aumento al acercarse a "El Tembladero".
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En su territorio, las varas, o "tembladeras", eran utilizadas con cuidado.
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En "El Tembladero" quedó, fue una trampa de brujos, lo quemaron.
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Quemado, aparentemente, murió en "El Tembladero", el Jefe de la montada.
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Porque así, pronto estarían en el corazón de "El Tembladero", para dormir un rato.
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- Ydela cumbre, al lugar de "El Tembladero", que le llaman.
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-Niño ,note comas la azogue, que te vas a ocasionar una fiebre tembladera.
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Lo que se llamaba "El Tembladero".
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En otros de los cerros cercanos, bultos rastrojeros saboreaban el fuego que subía por todas partes de "El Tembladero".
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Olor a trementina de ocote en la palpitación avisposa de la atmósfera agitada por el susurrante mar vegetal de "El Tembladero".
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Ni él mismo se oía lo que decía, tal el ruido del viento huracanado al bajar de la cumbre a "El Tembladero".
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Iba descalzo, en pernetas, malhumorado, esguazando tembladeros y lagunas, por en medio de un bosque altísimo cuyas raigambres han olvidado la luz del sol.
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Parte de la patrulla había quedado a la entrada de "El Tembladero", al mando del subteniente Musús, para evitar un ataque por sorpresa.
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Así lo veían a sus pies, al ir vuelteando el camino que bajaba, entre precipicios, del Corral de los Tránsitos a "El Tembladero".