Así habló Vasudeva a Arjuna, y se reveló en su forma humana.

Luego regresó al bosque con Vasudeva, en silencio, camino a la barca.

Se levantó y saludó a Vasudeva, que le había seguido los pasos.

Se levantó y saludó a Vasudeva, que le había seguido a distancia.

Pero, más de lo que podía enseñarle Vasudeva, le instruía el río.

Tendremos que construir un bote, Vasudeva, para llegar a la otra orilla.

Durante mucho tiempo he aguardado; ya he sido bastante tiempo el barquero Vasudeva.

Y también te agradezco, Vasudeva, por haberme escuchado con tanta atención.

Vasudeva no le había dicho nada que antes no hubiera advertido y reflexionado.

Vasudeva no era amigo de palabras, raras veces lograba hacerlo hablar.

Vasudeva no era amigo de palabras: pocas veces lograba hacerle hablar.

Vasudeva le ayudaba para atar las cañas con cuerdas de hierbas.

No obstante, Siddhartha enmudeció, transcurrió un largo silencio hasta que Vasudeva empezó a decir:

Sin embargo, más que Vasudeva era el río el que le iba enseñando cosas.

Vasudeva asintió; los reflejos del hogar iluminaban su afectuoso rostro.

Tenemos que construir una balsa para atravesar el río, Vasudeva.