Ni hay en la criatura recién nacida con qué embobar el alma masculina.
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Y de pronto se dejaba embobar por un recuerdo común.
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Mas este nuevo, joven, ay, éste no se deja embobar.
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Tú puedes embobar a alguna viuda rica y yo pescar a algún viejo poderoso.
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No se dejen embobar por aquellos cien mil millones.
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Ivanovič seguía las evoluciones del objeto como un niño que se dejara embobar por un juguete.
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El cabello rojizo de Joa y la intensa melena oscura de Amina solían embobar a los hombres.
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Era nuevo para mí esto de no poder embobar a alguien sin alma, pero, claro, nunca había pasado antes.
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El caso es que las calles se veían bonitas y llenas de vida; me gustaba dejarme embobar por esa panorámica.
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Le saludó con la mano y le preguntó fríamente si era León Rolland, lo cual acabó por embobar al ebanista.
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Optó, y eso le basta, por hacer las cosas en que ha creído sin dejarse embobar por la parafernalia del estrellato público.
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Por qué me dejé embobar por todo su dinero y su manía de alargar las eses al hablar, sigue siendo un misterio.
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Tenía bolsa de titiritero, y jugaba con prontitud y disimulado las pelotillas, los cubiletes y los demás trastos de embobar los concursos.
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Pero cuando un político se enamora perdidamente de sus propias ocurrencias, las que normalmente utiliza para embobar "a las masas", ¡sálvese quien pueda!
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Y las chicas pobres, que no heredamos más mayorazgo que la honradez... Hasta te digo que la culpa mayor la tiene quien se deja embobar.
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Yo no extraño esto, porque la chica es tan viva y tan graciosa, que aun sin que sea a su padre, puede embobar a cualquiera.