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Esos días resulta difícil pasarse el tiempo encorvado trabajando en la salazón.
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Se marcha encorvado bajo el peso de la nueva carga de tocino.
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Langeland conservaba su aspecto de ave zancuda: alto, delgado y levemente encorvado.
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Sin embargo, camina encorvado, lastrado por el peso de una culpa imaginaria.
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Caminaba un poco encorvado, de modo que sus brazos parecían demasiado largos.
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Don Carlos no tenía un aspecto atractivo; en realidad, era casi deforme.
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Hiczo no había tomado demasiado en cuenta el comentario del guerrero deforme.
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Como Lake, yo sería completamente vulnerable durante el proceso, demasiado deforme incluso
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La corona, no obstante, continuaba firmemente sujeta en aquella deforme mano izquierda.
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El Príncipe Eugenio era deforme y por ello murió de muerte natural.
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No se tendrá derecho y hasta corre el riesgo de ser jorobado.
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Su postura siempre había sido un poco encorvada; ahora parecía casi jorobado.
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El jorobado era su confidente en las materias más delicadas e importantes.
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En lugar de eso, se presentaron dos sacerdotes; uno de ellos jorobado.
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El jorobado se irguió orgullosamente como un pavo al oír estas palabras.
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Era Bulgan, jorobado y contrahecho, y con la cara iluminada de emoción.
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Un hombre encorvado y con el cuerpo contrahecho se acercaba a ella.
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Su rostro parecía deformado, contrahecho, casi mutilado, del color de la masilla.
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Un joven contrahecho, pero de inteligencia despierta y hábil con las palabras.
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Pero es Kol, el contrahecho Kol, quien de pronto concita nuestras miradas.
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No te burles de mí y no me menciones más al corcovado.
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Es flaco, corcovado y viste de luto, con los guantes negros puestos.
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Respingó el corcovado en su silla; luego con tono enfático me replicó:
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El corcovado había recobrado el equilibrio y alargó una mano diminuta y sarmentosa.
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Luego se volvió hacia el corcovado y murmuró, todavía con la voz flaca:
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El otro, el chepudo ese, se traía un juego muy poco claro.
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Mi vecino de mesa, el joven algo chepudo, no hace más que mirarme.
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Lo cual que el chepudo remaba con mucho brío y fundamento.
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Las odió tanto, que le repugnó menos la tentación del chepudo.
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El marqués era de baja estatura, de una fealdad espantosa y ligeramente chepudo.
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Bajo la chaqueta, las alas parcialmente erguidas le daban un aspecto jiboso.
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Parecía algo natural, como la mandíbula de un rorcual jiboso.
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Era jiboso y juanetudo, de pelo recio y aguileña nariz.
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Todos los espíritus se restituyen a su tiempo jiboso y pobre al actuar de consuno.
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Lo seguía quien tiraba de la mula: jiboso y con una barba que apenas dejaba asomar la nariz.
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El Gibao estaba más gibado que de costumbre, encarnado como su boina, sofocado.
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Lazar estaba tan gibado que no podía mirar a Slava a los ojos.
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Justo a su lado aparece un orangután gibado como un dromedario, de patas dobladas.
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La tierra se había ennegrecido y gibado con pedrones y rocas de aire siniestro.
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El gibado lo gané por haberme sublevado en Vicálvaro.
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Sí, estaba algo flaco y un poquito gibado, como había sido siempre, y completamente sano.
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Tenía los dedos y las uñas más amarillos que nunca, estaba flaco y algo gibado.
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Me han gibado la excursión de mañana.
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Y hoy me siento francamente gibado.
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Leyó estas décimas para sí el gibado galán, mudándosele con cada verso de varios colores el semblante, en que mostró estar corrido.
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Zacarías elijo que también era mala uva, primero morirse el Pepe y luego largarme yo y que la cuadrilla se había gibado.
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Mientras lo acompañábamos a recoger su equipaje noté que tenía los dedos y las uñas bastante amarillentos y que estaba algo flaco y gibado.
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Ella puso un brazo alrededor de él, frotándole la espalda gibada.
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¡Era un dretch, un gibado, una criatura demoníaca del Abismo!
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Pero así en casamientos como en amiganzas, de aquestos amores y de aquí salen los panes gibados y los cuernos retuertos y los casamientos aburridos.