Cualquier tontería contada por ella adquiría el mérito de la sandunga.
2
Con tu sandunga le tienes embobado, y con tu desdén le tienes frito.
3
Leopoldina, dándose vaivén en la mecedora, cruzaba las piernas con sandunga de Coronela.
4
Como si no su-piéramos con cuánta sandunga concilian ellas sus deberes con sus caprichos.
5
Se entregan a un fuego de nupcias el salero andaluz y la sandunga cubana.
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La Señora amontonaba con sandunga el labio borbónico, recogiendo el venusto sentido de aquella lagotada:
7
Impensadamente, le sobrevino un cambio de humor, y desechó la preocupada aflicción, con sandunga populachera:
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La Coronela, con guiño y sandunga, recogióse la falda.
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La molinera, con quiebro y sandunga, levantaba en la punta del pie la venda del cautivo.
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Dicen que lo cubano está de moda, que nuestra sandunga es única, pero por acá hay artistas mejores.
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A Marcos Leira, el hojalatero, le daba el vino por distinto lado: por el buen humor y la sandunga.
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Su hija Celeste, hiperquinética e inteligente; Popea, otra perra sata de color canela, poseía toda la espontaneidad y sandunga de cualquier mulata habanera.
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Era un fenómeno de autosugestión, que evocaba allí, oyendo nuestro diálogo y burlándose de mí con sandunga, el fantasma o representación del Padre Moreno.
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La Reina sacaba con sandunga el morrete: Envuelta en un peinador de lazos, con desgonce de caderas y celosos arreboles, pasó a su alcoba.
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Rosalía -ganadora absoluta para muchos- ha demostrado ser una sonera de clase, poseedora de encanto y sandunga como solo pueden encontrarse en Santiago de Cuba.
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Mañana les daré la lección de fraseología, en la que aprenderán a decir "¡Ole tu madre!", "¡No sea malage!" y "¡Viva la sandunga!".