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Sin duda volvería a serlo en su actual encarnación como rosa pomo.
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Giró el pomo para entrar a pesar de no haber recibido respuesta.
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Despacio, bajó la mano hacia el pomo; tampoco entonces sonó la alarma.
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Además de pomo tenía unos artículos sociopolíticos que merecía la pena leer.
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Había hecho girar el pomo en ambas direcciones con el máximo cuidado.
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Querían cambiar la mujer por células de pulverizador y carne de mohair.
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Necesitamos algo similar a un pulverizador; así liquidamos a las babosas enroscadas.
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En esos casos oías el chisporroteo de un pulverizador y algunos gritos.
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Junto a este modelo, la compañía lanzó el pulverizador Patriot 250 Extreme.
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Se debe saber dónde está el pulverizador para cargar los platos alrededor.
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Escuché que la reina regente trajo a su propio perfumador desde Italia.
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Anita lanzó una exclamación de pánico al caérsele el perfumador al suelo.
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Se acercó y olió las cenizas aún humeantes en el perfumador:
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Era una especie de perfumador lleno de hierbas secas y flores.
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Ella no quería el perfumador y no sabía por qué lo había comprado.
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Como mímimo, el esenciero está dentro, y seguro que lo demás también.
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Pero ¿por qué asociar a aquel señor con el esenciero?
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Sacó algo que parecía un esenciero y me pulverizó cocaína dentro de la nariz.
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A Said le llegó el aroma de un esenciero.
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Cogió entre sus manos la estatuilla -Selene-Alce-Eum- ,elesenciero y la piedra blanca de Pérgamo.
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Tebaldo Visconti apartó la bujeta que ocultaba parcialmente su rostro.
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Finalmente, no dejó cosa que no la descubrió; que visto por Beatriz, dándole la bujeta del licor, al punto quedó sano.
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La colgadura de la hornacina, el estante, la bujeta de perfume, el cofre, el cenicero y los demás enseres brillaban flamantes.
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No hacía ni dos semanas que había visto la carta por última vez, cuando guardó los documentos en la bujeta de los papeles.
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Dio la vuelta a la careta y se la ofreció al magistrado; éste la tomó y olió la bujeta de perfume que llevaba prendida.
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El papa salió de debajo de la toldilla y levantó los brazos para responder a los vivas de los marinos, sin soltar la bujeta.
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Entonces la hermosa doncella le sacó dos bujetas, una de hierro y otra de plata, y mostrándoselas a don Galaor, le dijo: