Lumumba nos invitó a pasar a su carpa mientras empezaba a garuar.

Había mucho sol pero de repente empezó a garuar y se nubló.

Visitando a Urdanivia había descubierto la manera de hacer garuar sobre mi espíritu pequeñas felicidades.

El cielo se oscureció; una cantidad de nubarrones apareció de repente y comenzó a garuar.

A lo mejor hasta se echaba a garuar.

Pero llega la noche y comienza a garuar.

Qué lástima, se ha puesto a garuar.

No deja de nevar y garuar.

Había comenzado a garuar.

Ha empezado a garuar, suavecito, y Ganapán y Pitanga están abrazados junto al caballo, sonriendo de oreja a oreja, como esperando una foto.

No llegaba a garuar, solo relampagueaba en el horizonte, pero la inminencia de algún tipo de desastre natural había ahuyentado a todas las almas buenas.

Había dejado de llover pero seguía garuando de costado, por el viento.

Casi no lo reconoció porque garuaba y Peppone iba arrebujado en su gabán.

Ahora que no garúa, usted podría aprovechar, don Anglada, para hacerme un resumido.

Se supone que un día peronista era con sol... y garuaba y llovía.

Garuaba; un agua desmenuzada, en polvo, como bocanadas de vapor condensadas en la atmósfera.