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Pero Hasan III se preocupó por robustecer este espíritu general de cooperación.
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Hasan guardó silencio y oyó la voz del más alto, que decía:
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Era un lugar secreto al que Hasan había reservado una particular función.
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El mensajero volvió ciertamente a partir, pero sin la respuesta de Hasan.
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Pero, durante la juventud de Hasan, la situación había cambiado por completo.
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Y un buen día se presentaron ante el hazán, el jefe de la escuela-sinagoga.
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Hazán Bajá tuvo su dinero, y fray Juan Gil, su cautivo.
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Afortunadamente, el bey Hazán Bajá acabó perdonando a nuestro escritor.
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Pero Hazán Bajá no se conformó con un solo culpable.
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Respondiéronle que era de Hazán Bajá, virrey de Chipre.
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En el centro se encontraba la tribuna de madera destinada al jazán, quien se encargaba de leer la ley sagrada.
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Ahora su voz quedará vibrando en los tiempos como la voz del jazán cada Shabat como se hizo por siglos y se seguirá haciendo.
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No podía referirse a otro, ni podía ser mayor el atrevimiento del jazán, porque lo dijo delante de Samuel, que presidía la asamblea sabática.
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Ibn Jazán decía haberla visto surgir del horizonte emanando una música punzante y monótona.
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Se trataba de un barco raro que nuestro narrador, Ibn Jazán, juraba haber visto dos años antes, en esta misma travesía, después de una tormenta.
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Los bandidos, en Paitan, son tan corrientes como para nosotros tomar café.
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Espero... espero que, en conjunto, no estarás descontento de mi labor en Paitan.
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El sábado, el tiroteo en Paitan se redujo a unas cuantas descargas espasmódicas.
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Después, dijo con indiferencia: -Los dos hombres han marchado a Paitan.
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Por tal causa les prohíbo en absoluto entrar solas en Paitan sin mi permiso.
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Podíamos, además, penetrar en territorio de los beni hassan, donde tenía cierta influencia.
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Además, Hassan había utilizado a Suza en la lucha árabe-israelí por Israel.
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En dos ocasiones colaboradores de Hassan fueron víctimas de atentados con bomba.
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Hassan II había solicitado con insistencia una invitación oficial para visitar España.
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Sin embargo, Hassan llamó a las responsables para darles las últimas directivas.
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Hassan sospechaba que a menudo decía esas mismas cosas a sus tropas.
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Fue sometida al amplio repertorio de torturas del régimen de Hassan II.
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Quería reunirse con Hassan en un lugar público para tener cierta seguridad.
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Naturalmente, tanto Hassan como yo teníamos la ventaja que representaba la novedad.
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Uno de los pasajeros era Hassan Jabari, un destacado jurista y político.
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Hassan, igual que en otras muchas ocasiones, estaba repasando su triste existencia.
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Pues bien: a ese lugar se trasladó hace unas semanas Hassan Kamaralzaman.
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Salim sonrió y oyó en ese momento la voz del limpiabotas Hassan:
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Hassan se abrió camino entre la multitud en dirección a Al Mursi.
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Quizá muchos de los clientes de Hassan hablaban inglés, aunque lo dudo.
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El joven abrazó a Hassan mientras agradecía sus palabras y su hospitalidad.