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Lo mismo ocurre en el caso del agua hirviente a 100 °C.
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El silencio hirviente de Heimdall le proporcionó cierta satisfacción, pero no demasiada.
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Los nadir comenzaron a avanzar; una masa poseída por una furia hirviente.
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Su obvio respeto y dependencia hacia ella agitaba la caldera hirviente interior.
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El hirviente río de vehículos no cesa llegado de algún punto inimaginable.
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Repasamos el contenido de manera sistemática, mientras el hervidor resoplaba con esfuerzo.
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Y un hervidor para beber sin riesgo el agua del río Bassak.
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Hay que acercar el hervidor a la tetera, y no al contrario.
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Robert se sentó a la mesa y Martin encendió el hervidor eléctrico.
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Acto seguido llenó el hervidor de agua y lo puso al fuego.
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El bullente ambiente cultural de la imprenta le dio ideas y bríos.
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Encontró extraño no poder separar sus propios deseos en aquella bullente mezcolanza.
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Ésta se deslizó sobre la cubierta y desapareció en la bullente espuma.
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Después, enterró los restos de los niños cerca de un hormiguero bullente.
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Era una presión distinta, bullente, como si fuera una ardilla queriendo escapar.
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El Tábano, quizás el más intrigante, bullidor e intransigente de los caciques comunistas.
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Jake distinguió a lo lejos un río anchuroso y bullidor.
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Un bullidor jugador polaco, y orgulloso de serlo.
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Era el jefe de correos, un hombre pequeño, nervioso y bullidor a quien solo conocía superficialmente.
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Y en oro bullidor su seno abunda
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Bettina nos cuenta la escena, a la cual no asistió, pero que Beethoven fue a referirle al salir, aún hervoroso.
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De ella pasaron a las calderas, pero no entraron en esa especie de sótano hervoroso, que se limitaron a vislumbrar desde el exterior.
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La llevó a rastras al cobijo de la hervorosa cocina.
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La mente vagaba por la oscuridad con fantasías hervorosas, no obligatoriamente desagradables, pero siempre desazonadas.
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Ella, riéndose, con los labios entreabiertos, se quedó contemplando la hervorosa grieta de la termitera.
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¡La sangre toda de tu esposo no bastará a apagar la hervorosa pasión de mi alma!
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La ebria yacía toda encogida en su lecho, con la respiración hervorosa y estremeciéndose a cada instante como si estuviera sometida a sacudimientos eléctricos.