El jojol a cargo de los caballos bajó su látigo, guardó silencio, y contempló los carros durante un minuto entero.

Pero cuando se lo dije al Jojol, él, sonriendo irónico, me repuso:

Le llamaban el Jojol y creo que nadie, excepto Andréi, conocía su nombre.

Inteligente por naturaleza, capta antes que nadie lo fundamental en los relatos del Jojol.

El Jojol es terco, y acaba por obligar al mujik a que manifieste su opinión.

Fíjate en el Jojol: parece de hierro, ¡pero su alma es de niño!".

Al Jojol, seguramente, le contestaría con largueza y necedad.

Por la tarde, mientras tomábamos el té, le pregunté al Jojol cuándo hablaba con los mujiks.

Luego, sentí un dolor quemante en la pierna izquierda; me eché y le dije al Jojol:

El Jojol lanzó el agua contra la pared, tachonada de ígneas flores, tiró el cubo y dijo:

-Sehan quemado los libros, dijo el Jojol, luego de un suspiro-

-Mearrancarán las barbas -dijoel Jojol y presentí que sonreía-.

Hablaba siempre con el Jojol concisamente, como si hubieran ya hablado hacía tiempo de todo lo importante y complicado.

Y en tanto escuchaba atentamente la deshilvanada charla de los mujiks, intentaba imaginarme qué iría a decir el Jojol.

-Perotambién tengo amigos, que lo serán de usted -oigola voz del Jojol.

Pedí socorro, vino corriendo el Jojol, me agarró de un brazo y me sacó de un tirón al patio.