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El lamarckismo no puede funcionar a menos que posea un apoyo darwiniano.
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Y sin embargo, sugirió que el lamarckismo merecía un lugar en la ciencia.
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Pese a su regresión al lamarckismo obsoleto, la idea de la evolución sobrevivió.
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Consideremos, en primer lugar, el rival histórico más prominente del darwinismo: el lamarckismo.
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Ahora bien, ¿dónde encaja el lamarckismo dentro de este espectro continuo?
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Kammerer era el último gran bastión de una teoría de la evolución denominada lamarckismo.
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Weismann había superado los cuarenta años cuando cambió del lamarckismo a un seleccionismo insobornable.
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El problema es que después emparchó la teoría con una suerte de lamarckismo ad hoc.
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Nuestro rechazo del lamarckismo es, entonces, un poco devastador.
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El lamarckismo no es un rival después de todo.
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La noticia era sensacional, especialmente en Rusia donde el lamarckismo dominaba entonces la biología por completo.
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Extraeré del lamarckismo aquellos elementos no místicos que.
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El lamarckismo y la analogía de la memoria
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Se observará que ésta es la misma pregunta, con otro disfraz, que formulamos al hablar de lamarckismo.
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La herencia de los caracteres adquiridos recibe también el nombre más corto, aunque históricamente impreciso, de lamarckismo.
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Todo lo que he demostrado hasta ahora es que el lamarckismo es incompatible con la embriología, según la conocemos.