Montagu era en cierto modo un entendido en cuestiones de belleza femenina.
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Era una idea sencilla; sin embargo, había en ella cierta belleza sublime.
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Mostrar la belleza que contiene pensar un problema cuya respuesta uno ignora.
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Sin embargo, hay algo que tampoco queda de lado: su infinita belleza.
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Con ello podrán apreciar la belleza de la relación entre ambas afirmaciones.
1
Queridos colegas, creemos que lo vivido hoy no es motivo de gracia.
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Los prisioneros españoles deben estas acciones de gracia al magnánimo señor Pitt.
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No me hacía ninguna gracia hablar de ese asunto; cambié de tema:
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La reacción adecuada consiste en aceptar el favor con gracia y retirarse.
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Y dicho sea de paso: me causa mucha gracia su pronunciación americana.
1
Carece de simpatía natural hacia un enfoque mitográfico del problema del control.
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Sin embargo, aquí existe un amplio grado de simpatía con la idea.
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Tampoco podemos excluir que hubiera sentido hacia el Incorruptible una auténtica simpatía.
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Ningún sentimiento de amistad y simpatía hubiera podido florecer en tales condiciones.
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En el primer caso falta la simpatía; en el segundo, la comprensión.
1
Abrió el papel y leyó el breve mensaje, escrito con escasa elegancia.
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La elegancia del experimento nos permite comprender inmediatamente la naturaleza del conflicto.
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Lo contrario a la elegancia no es la pobreza, sino la vulgaridad.
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Era una cuestión de elegancia natural, se ufanó; Mario también la tenía.
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La elegancia también depende de aspectos como el diseño de los elementos.
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Sin duda fue la respuesta correcta, porque volvió a sonreír con afabilidad.
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Sorprendió por su dignidad, su afabilidad, el buen sentido de sus preguntas.
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Su afabilidad tampoco transmitía la energía que el derrocamiento de Franco requería.
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A pesar de todo, ese miembro en concreto se deshizo en afabilidad.
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Bajo la entusiasta afabilidad de Baxter, percibe cierto recelo, incluso cierto temor.
1
Una partida, según mi punto de vista, no carente de cierto garbo.
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No disponía del garbo necesario para hacerlo, todavía no se había inventado.
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Para ser un comerciante independiente, se necesita sentido común, cacumen y garbo.
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Leí no sin garbo dos, tres renglones; más no le apeteció escuchar.
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Para solemnizarla, ambas niñas bailaron unas sevillanas con notable garbo y maestría.
1
La señora Sims les dio al fin un salero especial para ellos.
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Por cierto que el tal salero no salía nunca a la mesa.
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Bien, he de aceptar que ha descubierto que el salero es nuevo.
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Una mañana por casualidad volqué el salero a la hora del desayuno.
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Qué poco salero tienen ustedes los hombres para las cosas del hogar.
1
El Delfín se rió de aquel singular convenio, expresado con cierto donaire.
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Las nueve candidatas están listas para ratificar su donaire en el escenario.
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Un magrebí de mucho gracejo y donaire me confió el siguiente suceso:
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Nicole Solís recibió una serenata para resaltar su belleza y donaire, ayer.
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Eso creería ella, pensó; había ganado donaire, caminaba y hablaba con elegancia.
1
El paso de los años no os ha despojado de vuestra donosura.
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Al verme quedóse parada y contemplándome con cierta sonrisa y donosura picaresca.
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Pedro, recobrado ya, abría una pequeña puerta y decía con gentil donosura:
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Mi querida tía Verinder me recibió con su acostumbrada cordialidad y donosura.
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Muchos ojos siguieron la donosura de aquel cuerpo de mujer vestido elegantemente.
1
Cualquier tontería contada por ella adquiría el mérito de la sandunga.
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Con tu sandunga le tienes embobado, y con tu desdén le tienes frito.
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Leopoldina, dándose vaivén en la mecedora, cruzaba las piernas con sandunga de Coronela.
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Como si no su-piéramos con cuánta sandunga concilian ellas sus deberes con sus caprichos.
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Se entregan a un fuego de nupcias el salero andaluz y la sandunga cubana.
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La Señora amontonaba con sandunga el labio borbónico, recogiendo el venusto sentido de aquella lagotada:
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Impensadamente, le sobrevino un cambio de humor, y desechó la preocupada aflicción, con sandunga populachera:
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La Coronela, con guiño y sandunga, recogióse la falda.
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La molinera, con quiebro y sandunga, levantaba en la punta del pie la venda del cautivo.
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Dicen que lo cubano está de moda, que nuestra sandunga es única, pero por acá hay artistas mejores.
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A Marcos Leira, el hojalatero, le daba el vino por distinto lado: por el buen humor y la sandunga.
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Su hija Celeste, hiperquinética e inteligente; Popea, otra perra sata de color canela, poseía toda la espontaneidad y sandunga de cualquier mulata habanera.
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Era un fenómeno de autosugestión, que evocaba allí, oyendo nuestro diálogo y burlándose de mí con sandunga, el fantasma o representación del Padre Moreno.
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La Reina sacaba con sandunga el morrete: Envuelta en un peinador de lazos, con desgonce de caderas y celosos arreboles, pasó a su alcoba.
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Rosalía -ganadora absoluta para muchos- ha demostrado ser una sonera de clase, poseedora de encanto y sandunga como solo pueden encontrarse en Santiago de Cuba.
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Mañana les daré la lección de fraseología, en la que aprenderán a decir "¡Ole tu madre!", "¡No sea malage!" y "¡Viva la sandunga!".