Dicho de una persona, carente de juicio, disciplina, responsabilidad y sensatez.
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Recordó que al principio lo había tomado por un vividor sin ataduras.
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Cuentas en Suiza, cuentas en Trieste a nombre de Valeriu, el vividor.
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El libanés perdió de pronto su aspecto de vividor, despreocupado y alegre.
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La leyenda también lo describe como un vividor y un gran bebedor.
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Y, sobre todo, una fácil y magnífica presa para el astuto vividor.
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Naturalmente, al observar eso yo creí que usted era un ricacho juerguista.
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Siempre ha sido bastante juerguista y quizá demasiado curiosa con las drogas.
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Jon era el más juerguista y le pegaba más la parte comercial.
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La misma amanerada, juerguista, moderna burrita de carga -completócon entera seriedad-
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Puede que fuera un poco juerguista, pero también era un poli responsable.
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Durante las últimas tres semanas, el 509 había adquirido reputación de jaranero.
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Aunque soy un buen jaranero, en estas ocasiones quedaba ensombrecido por Biffy.
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Al principio, siguiendo el modelo de mi padre, era alegre y jaranero.
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Era jaranero, feroz, atrevido, alegre, con esa pasividad propia de los orientales.
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Era de carácter jaranero y no soportaba ver a Algonde apenada.
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Jago era muy parrandero; le gustaba la diversión como al que más.
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Era un borrachín y un parrandero conocido en toda la zona fronteriza.
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Más de un parrandero se había desmayado solo con aspirar los vapores.
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Mi papá nunca fue un músico profesional, pero era un parrandero increíble.
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Era un joven serio, nada mujeriego o parrandero como los otros.
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No obstante, Luis XIV tenía su lado tarambana, ¿quién no lo tiene?
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Tal vez algo tarambana para la imagen que deseaba presentar la familia.
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Guillermo de Torre, aquel tarambana que hablaba con palabras esdrújulas, se entrometió:
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Puede parecer algo tarambana, como su padre, pero es todo lo contrario.
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Era un tarambana, bebía demasiado, como he dicho, pero no tenía maldad.
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Por aquellos años ya tenía cuerpo de adulto y actitudes de tarambana.
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Higginbotton fue coronel en la gran guerra y es un poco tarambana.
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Su padre era un tarambana, no había dudas, pero cantaba muy bien.
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Asomó por la puerta con un respingo la tarambana de los rosicleres:
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Contaba con Marieta para que le ayudase a convencer a aquel tarambana.
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La criada seguía siendo tan tarambana como en la casita del monte.
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Yo en aquellos años era un tarambana, iba a salto de mata.
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Un poco tarambana a veces, como tienden a ser todos los chicos.
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Han matado al tarambana de Cebadón, que Dios tenga en su gloria.
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No sabes cómo me gustaría que fueses más inteligente y menos tarambana.
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Yo soy un tarambana, lo que pasa es que ahora estoy viejo.
