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Las primeras comunidades cristianas no cesaban de admirarse de su situación dichosa.
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Con justicia puede admirarse todavía en el Museo de Carrozas de Lisboa.
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Y al hacerlo, la propia Ardid tuvo que admirarse de su aspecto.
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En ningún lugar puede admirarse mejor que allí la perfección del círculo.
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En Reims podían admirarse todavía los estragos de la primera guerra mundial.
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No debe, por tanto, admirarse de que se hagan realidad ciertas advertencias.
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Asimismo, podía admirarse un narval montado en un enorme tablero de madera.
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Ahora, al estar más cerca, comprobaron que no hubo razón para admirarse.
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El don de no admirarse de nada era allí la mayor virtud.
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Qué manera de admirarse, pensó ella, no sin que le hiciera gracia.
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El cuidado que tiene la ciudad colonial es para admirarse e imitarse.
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Harry y Julia no pudieron por menos que admirarse de su belleza.
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Augusto no pudo menos que admirarse de Knoff y reírse de él.
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Había dejado de hacer ejercicio y de admirarse desnudo ante el espejo.
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Él volvió a admirarse de la falta de artificios en la mujer.
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En el descansillo central podían admirarse las estatuas de ocho Madres Confesoras.