Era como un deseo, un ruego, un río de dulzura y necesidad.
2
Para todo existen condiciones ambientales: hasta para la femineidad y la dulzura.
3
Fue un año de mucho compromiso, de mucha seriedad, de mucha dulzura.
4
Todo ello con mucha amabilidad, una cierta reserva y una dulzura infinita.
5
Preguntónos con dulzura por qué motivo urgente le buscábamos a tal hora.
1
Sin embargo, ahora aprecio infinitamente su delicada pulpa y su intenso dulzor.
2
Había un cierto dulzor en no tener ya preocupación de ninguna clase.
3
Utilizan 14 variedades con las que combinan la acidez y el dulzor.
4
Prefería saborear el dulzor del momento que amargar su paladar con elucubraciones.
5
Pero la causa del dulzor que tú has notado es la miel.
1
El sabordulce de una impensada doble victoria le embargo de dicha.
2
Es el que mejor reproduce el sabordulce del azúcar de mesa.
3
El sabordulce es el primer sabor reconocido por los más pequeños.
4
Era un contraste absoluto de sabordulce y ácido a la vez.
5
Nuestras lenguas se enroscaron mezcladas con el sabordulce de la torrija.
Ús de dulcedumbre en espanyol
1
Todo en este lugar era dulcedumbre, plena y sabrosa madurez y suprema voluptuosidad.
2
En la plácida dulcedumbre del verano me senté con él en la arena.
3
Inclinada hasta él tenía algo de maternal, algo de dulcedumbre desconocida.
4
Aquél era uno de los momentos que llenaban de dulcedumbre sus horas de soledad.
5
Amaba la sencillez de la muchacha, su dulcedumbre, su alegría sosegada y su compostura.
6
A lo lejos balaban los rebaños y una infinita dulcedumbre parecía cernerse sobre la tierra.
7
Su voz apagada, llena de dulcedumbre, no parecía humana.
8
El tipo tenía un olor raro, a dulcedumbre, a pobredumbre, agg, ¿no lo notaba ella?
9
Y quien los ha gustado sabe el precio de la vida y la dulcedumbre de abandonarla.
10
Empleaba, verbigracia, "dulcedumbre" por "dulzura", o "albigualda" por "amarillento".
11
Me habla con una dulcedumbre enloquecedora.
12
Todo en el poder amatorio del vizconde consistía en la mirada, en la dulcedumbre quieta de la mirada imploradora.
13
Hubo entre aquellas religiosas algunas de singular virtud, cuyos tiernos coloquios convirtieron insensiblemente en dulcedumbre los sinsabores de su vida.
14
Sentí que aquella dulcedumbre me incendiaba y desabroché ávidamente su chaqueta, introduciendo mi mano bajo la tela de su camisa.
15
Son frutos que regamos con nuestra sangre y cuidamos con nuestros desvelos, y que, en la madurez, no guardan para nosotros su dulcedumbre.
16
Y lo reconocí también en la infinita dulcedumbre del viento que movía los flecos de los toldos del lado de enfrente de la calle.