1
Conduce al aedo a un salón abierto a modo de patio interior.
2
Suavemente, deslizando el aedo con suma precaución, atrajo la puerta hacia él.
3
La sigue, con himatión limpio y lira bajo el brazo, el aedo.
4
No necesito nada, puedo vivir de aedo, cantando de pueblo en pueblo.
5
Entre éstos estaba cantando el ilustre aedo, y ellos escuchaban sentados en silencio.
6
Máquina eficaz del aedo o del bardo: lentamente, elegir y narrar.
7
A su alrededor aedo había intrigas, poderes ocultos, que no controlaba.
8
Ninguno de ellos, nunca, alcanzó la torre maravillosa que cantó el aedo difunto.
9
El aedo empezó a recitar los versos de Homero y llegó al final.
10
El aedo mueve la cabeza sin apartar la vista del cadáver.
11
Ponte en pie, Hamlet Evans, poeta, aedo, servidor de la Conquista.
12
Los del norte dicen escaldo; los griegos habrían dicho aedo.
13
Aquel año acudió un aedo que venía de la parte este de la isla.
14
El rey manda callar al aedo y pregunta al huésped sobre su verdadera identidad.
15
Mino jamás había tenido noticia del aedo, a pesar de que ya de niño
16
No, no es un vulgar rapsoda; es un noble aedo.
