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Al día siguiente de aquella conversación, fue a despertarme muy temprano y me llevó al mercado para que el rapador me arreglase el pelo.
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-Lamía, señor rapador -dijodon Quijote-,no será impertinente, sino pertinentísima.
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-El mío, señor rapador -dijodon Quijote-,no será impertinente, sino perteneciente.
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¿Y su amigo el rapador maese Nicolás?
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¿Aquel capitango bravo, rapador, cortar pelo?
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Los rapadores se sirvieron de un pretexto moralizador para disfrutar humillando a esas mujeres que, en su opinión, habían practicado la "colaboración horizontal".
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Fue, como suele ocurrir donde se comprime tanta muchedumbre, gran río revuelto para rapadores de bolsa, manos sobonas bajo las basquiñas y rabos de putos.