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A tales alturas, su historia y la del capitán Xaloc eran leyenda.
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Era un arrogante canalla, y culpaba a Xaloc de la desgracia.
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Y Montegrifo había puesto en circulación las perlas del capitán Xaloc.
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Dirigidas al capitán don Manuel Xaloc, puerto de La Habana, Cuba.
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Igual que la goleta en que se fue el capitán Xaloc.
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Bruscamente, se levantó un potente jaloque y la aparición se aproximó.
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El hijo del rey dijo que de los cuatro vientos principales se engendraban otros cuatro vientos, a saber: jaloque, minstral, gregal y ábrego.
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Lampedusa es una isla de tierra baja, despoblada y cubierta de matorrales, situada quince o dieciséis leguas hacia poniente cuarta a jaloque de Malta.
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Mediodía cuarta a jaloque...
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El jinete la izó sobre la grupa y volvió a espolear a Jaloque.
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Pero el siroco cae sobre nosotros, no hay escondrijo posible contra él.
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Aquí hemos tenido un buen siroco, ¿no te ha hecho sufrir demasiado?
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El calor de los incendios llegaba al río como un siroco ardiente.
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El siroco había cesado y la temperatura había caído unos cuantos grados.
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El siroco soplaba aquel día veraniego, torturando la cabeza de la señora.
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El siroco era más fuerte de lo que recordaba aquí en Nanda.
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Su piel, seca como el siroco y descamada, da muestras de descuido.
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Y esto cuando no hay siroco... Éramos dos oficiales y ochenta soldados.
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Al día siguiente, tal como mi tío había dicho, llegó el siroco.
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El siroco era capaz de enloquecer a las personas y a los animales.
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No menos apta resulta la imaginería del salmista sobre el siroco.
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En ese momento, el siroco acudió en su ayuda para inflar las velas.
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En aquella parte del cabo ya había sombra y el siroco llegaba atenuado.
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El calor aprieta; el siroco no es bueno para la salud.
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Y con ese siroco abrasador un maletero no habría sido el lugar ideal.
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Es el siroco, de los desiertos de Libia y más allá.
