La relajación de los invitados se notaba más bien en su indisimulada tragonería y sus comentarios francos.
2
Ni palabra de su hambre, ni de la tragonería con que había comido, parando entre bocado y bocado lo justo para chuparse los dedos.
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Había pintado, ¿no?, la glotonería de Nochebuena, la hora de medianoche consagrada a la comilona, la tragonería de los estómagos vaciados por los cánticos.